4.- Palimpsestos
Toques
de chocolate, café y especias, completan las notas de ciruela y
mora…de textura plena en boca; maduro, bien estructurado de taninos
dulces y redondos… No
pudo continuar, su pensamiento lo distrajo de su tarea. A quien
engaño?, -pensó-no puedo trasladar mi pensamiento al papel, se ve
que la escritura, más que concentración, requiere energía… Jordi
no lo sabe, pero me descompone, me desarma y debilita su pasión
vicaria por la vida. Cómo abordarlo desde el desenfado, desde la
placidez que aporta el ocio…cómo hacerlo renacer, olvidar. A veces
me dejo llevar y entro en un estado de semidemencia, como una
borrachera suave que me arrima a una especie de perversidad más bien
desopilante, irónica y evado sin culpas el compromiso. Creo que en
las relaciones humanas debemos compartir las culpas, dejar aflorar la
responsabilidad del otro, hablar sin temer a las consecuencias; si
miento, el interlocutor debe ser libre de tolerar la mentira, que
haga su parte y trate de buscar dónde está la verdad. Expresar mis
ideas libremente, como las que se atreve a lanzar Justine a Darley
tejiendo entre ambos el diálogo perfecto, como le pasaba a Darley, a
quién no le escandaliza el contenido amoral y sentencioso del
pensamiento de Justine, el confort de no sentir el impulso de
reaccionar críticamente y muchos menos el de enfrentar y emplazar.
Sebas
miró alrededor. Una luz de reflejos turquesa se filtró por la
persiana del estudio. Tanto él como Jordi habían diseñado con
esmero la decoración del salón al que no quesieron imprimir estilo
marcadamente masculino o femenino, ambos amaban la sobriedad sin
pesadez, los colores vivos aunque no festivos. El resultado fue un
ambiente acogedor, sin estridencias, que invitaba a la conversación
amena y fluida. En el centro dos sillones ingleses color granate
colocados sobre una gran alfombra persa con tonos azules y ocres,
cada uno con mesas de apoyo suficientes para soportar un libro, un
quinqué en tonos azules, blancos y verdes, portavasos de madera y
corcho y un cenicero. Ambas sillones daban a un enorme ventanal
coronado por una cenefa a juego con el tapizado de los sillones, que
dejaba ver una explanada cubierta de grama japonesa y más al fondo
el viu. En una de las paredes laterales dos pinturas en gran formato
de Klee y Klein y en la otra, una biblioteca de nogal de la que
desprendía una mesa para computadora y daba carácter al salón…pero
lo que más comodidad tenía el salón era su independencia del resto
de la casa. Esa noche antes de subir a la habitación entró al
estudio a preparar las últimas notas que quería dejar lista para la
revista dominical para la que trabaja. No quería marcharse sin
hablar con Jordi, no es de los que dejan conversaciones pendientes,
le gusta cerrar los ciclos pero tenía que esperar, no solo por su
inminente viaje sino porque sabía que Jordi no hablaría con él
teniendo las imágenes de la discusión tan recientes.
Jordi
había regresado casi al anochecer, encendió la tv del salón, en el
que aún se percibía el aroma del perfume de Sebas, y buscó un
canal de relajación. Había aprendido que nada ayuda más a una
relación que volver a la serenidad para retomar los temas
inconclusos, sobre todo cuando ni uno mismo sabe realmente qué lo ha
provocado. Por lo demás, Sebas tenía una reunión de trabajo con
colegas en bodegas de Mendoza, seria un largo viaje de tres semanas y
por lo tanto aquella cena iba a ser su despedida, eso lo escosaba
todavía más. En el fondo a pesar del gran vacío que dejaba su
ausencia, agradeció la soledad que ahora reinaba en su casa.
Lo
pensó mejor y subió a la habitación, Sebas había dejado la
puerta a medio cerrar y tenue luz salía del quinqué de su mesa de
noche; dormía de medio lado hacia el lugar que ocupa Jordi; por eso
supo que lo esperaba, se acostó vestido y acarició su pelo
hundiendo sus dedos y masajeando con suavidad su cuero cabelludo.
Acercó su boca al oído de Sebas y cuando se disponía a pedirle una
vez más que lo perdonara, Sebas le tomó su mano en las suyas
cubriéndose el rostro con ella, no digas nada cariño, no digas
nada, sea lo que sea que brota de tu memoria déjalo salir, cada
imagen que te llegue será más débil que la anterior y así no
tendrás que llegar al fondo, saldrán solas a la superficie y ya no
serán sino trazos borrosos, incoherencias salvadoras.
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