Yo
no existía, yo era otro, hoy volví a ser de pronto el que era
o
el que soñaba ser. Pessoa
Yo: una ficción de la que a
lo sumo somos coautores. Imre Kértesz
Yo es otro. Rimbaud
1.- Jordi y
Sebas
Esa
mañana había salido como todos los días a revisar la estafeta
ubicada en la acera frente al chalet que compartía con su pareja,
le animaba la esperanza renovada que alivia al obsedido, de encontrar
al fin el ansiado cuadernillo marrón. No estaba. Un día más de
espera y disimulo. Ya se había acostumbrado a reinventarse mostrando
su mejor ánimo aun a costa de ensanchar su oscuridad interior. No le
quedó más remedio que regresar a casa donde lo esperaba su pareja
ocupada en preparar la cena de despedida en víspera de su viaje de
trabajo.
-Y
tú qué piensas, tienen posibilidades los feos de alcanzar el amor?
La
pregunta sorprendió a Sebas, aunque no la voz impostada, conocía
muy bien a su pareja y sabía de su debilidad por las conversaciones
puntuales y argumentadas, y viendo la expresión expectante y
emocionada de su cara redonda y blanca, perfectamente afeitada y
humectada, rezumando optimismo, imaginó el arsenal de datos
escondidos detrás ese comentario aparentemente lanzado de manera
espontánea, pero igual fingió interés y acto seguido de arrellanó
en la butaca…
-pues
mira que buena pregunta, sabes que en muchas ocasiones me lo he
preguntado. Es más, he estado debatiéndome entre darle una
explicación científica, histórica…, literaria o todas a la vez
–ironizó Sebas-
Yordi
se lo quedó mirando. Sabía que no había reluctancia en ese
comentario, solo una fina ironía para darle teatralidad a sus
conversaciones, entre otras razones, porque era una manera suya de
complacerlo a él. No pudo evitar una media sonrisa mientras se
deleitaba observando el bello rostro de Sebas, sí, era bello,
perfecto, armónico, nada sobraba ni faltaba. Haciendo juego entre
sus facciones, las pobladas y delineadas cejas encajan en sus ojos
expresivos de mirada brillante y sedosa como la miel que se escurre y
cambia de matices en la caída; una nariz perfecta que anuncia unos
labios definidos, húmedos, en permanente y fresca sonrisa, acentuada
por unos hoyuelos que con gracia asoman en los pómulos largos y
salientes, irradiando sensualidad y frescura…sí, amaba esa cara y
esa mirada. Aunque se vio descubierto por su amigo, quien percibió
claramente la puesta en escena, siguió con su juego sin inmutarse,
al fin y al cabo, era dedicado a él.
-
hasta esos extremos has llegado, pues hombre eso dice mucho del
particular manejo y ejercicio de tu sexualidad…-le retó-
-
pero a dónde vas ahora, no puedes terminar un pensamiento o
intercambiar una idea sin levantarte a enderezar cuadros y alisar
cortinas?
-pero
bueno, cálmate mi rey, sabes que el desorden me incomoda, me
desubica; y tú deberías ser el primero en saberlo y entenderlo, al
fin y al cabo soy arquitecto, en tu caso como enólogo deberías
preocuparte por tener, al menos, un inmejorable aroma en el hogar…
-bueno
al grano…Jordi querido
-vale.
Tengo que reconocer que ya sabes hacia dónde apuntan mis tiros, da
igual. Desde mi ínfimo y rastrero punto de vista científico, la
belleza remueve las fibras más sensibles…claro se entiende que
estamos hablando de la belleza como armonía, como proporción, su
definición más profunda y natural. Y no sólo hablo de rasgos
físicos, viene acompañada de sensualidad, de gestos suaves y
miradas profundas, de sonrisas dulces y gestos amables…
-ajá
y cómo se relaciona eso con la ciencia?
-sencillo
una vez que lo sabes. Las feromonas, esa efervescencia neuroendocrina
provocada por la atracción, el placer visual. Sesudos estudios
neurocientíficos han determinado que eso que llamamos enamoramiento,
no es más que esa efervescencia que impregna la piel de aromas, una
secreción de sustancias que llevan a la excitación….
-qué
raro que te apoyes en olores y aromas, que lo diga yo en todo caso,
no soy nadie sin mi nariz…
-nada
y nadie; pero no me distraigas por favor Sebas querido, no me abras
tantas ventanas cariño que ya tengo mis años, por favor…
-vale,
vale…
-bien,
pues te decía, esa exploración que lleva al apareamiento, desde el
más sublime hasta el más hortero, se realiza a través del olfato,
único sentido humano y no humano, que puede detectar sustancias
volátiles generadas por las glándulas apocrinas, las células del
sudor, ese que se localiza en axilas y genitales, y de allí se
genera la atracción…
-me
estás diciendo Jordi que todo ese encanto, todo ese culto al
romanticismo, a la inspiración poética, el contexto de la
seducción que involucra a las personas de casi todas las edades y
que ha generado la gran industria del amor y sus aditamentos, se
reduce a unos indeseables e incómodos sudores? no, no, viejo, dame
por lo menos unas estadísticas médicas que me ofrezcan coordenadas
creíbles y que me relacione belleza con atracción…
-pero
bueno, déjame terminar, no puedes dejar de relacionar todas y cada
una de las acciones humanas con las estadísticas?, déjale algo a la
imaginación, a la sensualidad, anda, divaga un poco…
-ah,
ahora soy yo el rígido y el vertical, no, no, tú sabes que aquí,
el ocioso soy yo y…
-ajá,
allí quería llegar, ciertamente eres el señor del ocio, pero qué
sacas de él…
-pero
válgame Dios, por qué siempre hay que sacar algo!!!; los
psiquiatras deberían investigar sobre un posible síndrome de la
productividad compulsiva, de eso que llaman patrimonio, el legado
para el futuro; y el presente eh, qué hay con eso?, la única
oportunidad de ser feliz es la que te planteas aquí y ahora, es lo
que tenemos y sólo por instantes, mientras se va convirtiendo en
pasado, el futuro ya no será tuyo, sino de los depositarios de ese
legado, y en cuanto a nuestros futuro concreto, ese sí que dependerá
de lo que lo memoria haya seleccionado y guardado, el recuerdo del
pasado, esa pulsión que nos protege de la intemperie a la que nos
condena el presente que dejamos vaciar por completo….pero cómo
llegué aquí, cómo me dejé llevar???
-por
qué te pones así, no me exijas ni te exijas tanto corazón, todo lo
que te he dicho lo saqué de google, qué más da, al fin y al cabo
sólo trataba de establecer argumentos que nos refieran a otras
dimensión del tema…y quien sabe…
-ajá,
como siempre el mismo Jordi, queriendo llegar a un punto harto
sensible y espinoso, y cuando lo ves cerca esperas que venga del
otro. No soy yo el que no abre su mente, al contrario, soy muy
abierto pero no me adhiero a ese discurso onanista y egoísta que
entre saltos y sobresaltos deja interrumpido el verdadero interés
del diálogo, eso sí es abrir la mente, buena falta que te hace buen
hombre….ahora a dónde vas, regresa aquí que estoy a punto de….
Sebas
no puedo terminar la frase, Jordi lo miró como quien escucha una
explicación de un proctólogo y salió del salón. Con gesto de
conformidad, llevó la bandeja con los dos t-bone a la nevera,
alcanzó su copa y se sentó en el pequeño jardín a esperar que
Jordi diera su vuelta terapéutica, mientras descubría las bondades
aromáticas y el regusto del tempranillo que había descorchado para
la cena de despedida.
Jordi
estaba cansado de si mismo. Durante años pensó que el agotamiento
venía del encierro voluntario al que se había sometido en esa
pequeña ciudad en la que se había refugiado desde que abandonara su
país; algo imperceptible le ahogaba, le cercaba, le restaba
libertad. Con las manos hundidas en los grandes bolsillos de su
cómodo jordan de algodón, por enésima vez se detuvo a contemplar
la costa del Garraf, tranquilo paisaje mediterráneo del Bajo
Llobregat. Llenó sus pulmones de esa brisa antigua y nueva al mismo
tiempo que lo transporta a su Olivella, primer destino elegido cuando
decide dejar su pueblo natal. Ya no tenía memoria de cuándo se
había establecido en Sitges, seguro que después de recibirse de
arquitecto en la capital, pero no guarda registros de esos primeros
días, muy probablemente los borró con la intensidad que otorga el
deseo de mudar de piel, cuando decidimos cambiar el presente
atiborrado pasados inútiles y estorbosos, por un futuro incierto
pero sin amenazas.
Decidió
bajar a la playa, el aire otoñal lo reanima y es en ese momento
cuando se da cuenta que no llevaba campera, subió el cierre de la
camiseta y ajustó el volumen de su inseparable mp4 con canciones de
Leonard Cohen, que sigue escuchando por pura costumbre, una de las
poquísimas pertenencias que metió en su maleta el día que partió
de casa de su madre. Pensó en el carácter de Sebas, tan diferente
al suyo, libre, abierto, espontáneo; cómo era que seguían
juntos!!!, sería eso amor verdadero?, una fundición de
sentimiento, una devoción profunda debatiéndose entre emular al
otro o conformarse con contemplarlo con una admiración que rozaba la
más pura y sana envidia. Pero no, el ahogo, la ansiedad proviene del
secreto, sí, ese secreto que lo acribilla, lo atraviesa, que lo
arrincona y expone a la vez, ese estado pendular que lo mantiene
entre querer hablar y no atreverse…aunque el lugar común y fácil
le repugna en todas sus manifestaciones. No evitó que la frase
atravesara su pensamiento: salió del closet ya viejo…pensó en su
madre, en su hermana, se imaginaba sus caras de sorpresa y
estupor….un suspiro hondo y un estremecimiento harto conocido lo
paralizó mirando el cielo tan limpio en el cenit, que podía dibujar
una línea imaginaria entre el azul intenso que caía recto y
vertical sobre su cabeza, y el nadir que intuía glauco y brillante,
del que lo separaba una inmensidad tan inescrutable como su destino,
como el sin sentido que lo rodea, que lo asedia y lo oprime
exponiéndolo a sus propias emergencias. El síndrome de la
intimidad asediada…
Entonces
vino lo inevitable. Una vez más volvió a su infancia, a su refugio
al que durante muchos años consideró seguro y sereno, pero que hoy
le produce escalofrío. Una vez más indaga y se indaga, cómo es que
dejamos pasar la vida sin verla, sin sentirla, sin reconocerla. Se la
entregamos a nuestros padres, se la ofrendamos como el premio que se
merecen por sus afanes y entregas, nos despojamos de ella con tanta
naturalidad sin preguntas ni dudas. Una vez más ondeando entre el
olvido y el perdón, dos fuerzas y dos debilidades, una que nos lanza
a un país extraño y el otro nos da la ilusoria creencia de que
estamos curados.
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