jueves, 6 de marzo de 2014

Exilio emocional y otros relatos 1



Yo no existía, yo era otro, hoy volví a ser de pronto el que era
o el que soñaba ser. Pessoa

Yo: una ficción de la que a lo sumo somos coautores. Imre Kértesz

Yo es otro. Rimbaud



1.- Jordi y Sebas

Esa mañana había salido como todos los días a revisar la estafeta ubicada en la acera frente al chalet que compartía con su pareja, le animaba la esperanza renovada que alivia al obsedido, de encontrar al fin el ansiado cuadernillo marrón. No estaba. Un día más de espera y disimulo. Ya se había acostumbrado a reinventarse mostrando su mejor ánimo aun a costa de ensanchar su oscuridad interior. No le quedó más remedio que regresar a casa donde lo esperaba su pareja ocupada en preparar la cena de despedida en víspera de su viaje de trabajo.
-Y tú qué piensas, tienen posibilidades los feos de alcanzar el amor?
La pregunta sorprendió a Sebas, aunque no la voz impostada, conocía muy bien a su pareja y sabía de su debilidad por las conversaciones puntuales y argumentadas, y viendo la expresión expectante y emocionada de su cara redonda y blanca, perfectamente afeitada y humectada, rezumando optimismo, imaginó el arsenal de datos escondidos detrás ese comentario aparentemente lanzado de manera espontánea, pero igual fingió interés y acto seguido de arrellanó en la butaca…
-pues mira que buena pregunta, sabes que en muchas ocasiones me lo he preguntado. Es más, he estado debatiéndome entre darle una explicación científica, histórica…, literaria o todas a la vez –ironizó Sebas-
Yordi se lo quedó mirando. Sabía que no había reluctancia en ese comentario, solo una fina ironía para darle teatralidad a sus conversaciones, entre otras razones, porque era una manera suya de complacerlo a él. No pudo evitar una media sonrisa mientras se deleitaba observando el bello rostro de Sebas, sí, era bello, perfecto, armónico, nada sobraba ni faltaba. Haciendo juego entre sus facciones, las pobladas y delineadas cejas encajan en sus ojos expresivos de mirada brillante y sedosa como la miel que se escurre y cambia de matices en la caída; una nariz perfecta que anuncia unos labios definidos, húmedos, en permanente y fresca sonrisa, acentuada por unos hoyuelos que con gracia asoman en los pómulos largos y salientes, irradiando sensualidad y frescura…sí, amaba esa cara y esa mirada. Aunque se vio descubierto por su amigo, quien percibió claramente la puesta en escena, siguió con su juego sin inmutarse, al fin y al cabo, era dedicado a él.
- hasta esos extremos has llegado, pues hombre eso dice mucho del particular manejo y ejercicio de tu sexualidad…-le retó-
- pero a dónde vas ahora, no puedes terminar un pensamiento o intercambiar una idea sin levantarte a enderezar cuadros y alisar cortinas?
-pero bueno, cálmate mi rey, sabes que el desorden me incomoda, me desubica; y tú deberías ser el primero en saberlo y entenderlo, al fin y al cabo soy arquitecto, en tu caso como enólogo deberías preocuparte por tener, al menos, un inmejorable aroma en el hogar…
-bueno al grano…Jordi querido
-vale. Tengo que reconocer que ya sabes hacia dónde apuntan mis tiros, da igual. Desde mi ínfimo y rastrero punto de vista científico, la belleza remueve las fibras más sensibles…claro se entiende que estamos hablando de la belleza como armonía, como proporción, su definición más profunda y natural. Y no sólo hablo de rasgos físicos, viene acompañada de sensualidad, de gestos suaves y miradas profundas, de sonrisas dulces y gestos amables…
-ajá y cómo se relaciona eso con la ciencia?
-sencillo una vez que lo sabes. Las feromonas, esa efervescencia neuroendocrina provocada por la atracción, el placer visual. Sesudos estudios neurocientíficos han determinado que eso que llamamos enamoramiento, no es más que esa efervescencia que impregna la piel de aromas, una secreción de sustancias que llevan a la excitación….
-qué raro que te apoyes en olores y aromas, que lo diga yo en todo caso, no soy nadie sin mi nariz…
-nada y nadie; pero no me distraigas por favor Sebas querido, no me abras tantas ventanas cariño que ya tengo mis años, por favor…
-vale, vale…
-bien, pues te decía, esa exploración que lleva al apareamiento, desde el más sublime hasta el más hortero, se realiza a través del olfato, único sentido humano y no humano, que puede detectar sustancias volátiles generadas por las glándulas apocrinas, las células del sudor, ese que se localiza en axilas y genitales, y de allí se genera la atracción…
-me estás diciendo Jordi que todo ese encanto, todo ese culto al romanticismo, a la inspiración poética, el contexto de la seducción que involucra a las personas de casi todas las edades y que ha generado la gran industria del amor y sus aditamentos, se reduce a unos indeseables e incómodos sudores? no, no, viejo, dame por lo menos unas estadísticas médicas que me ofrezcan coordenadas creíbles y que me relacione belleza con atracción…
-pero bueno, déjame terminar, no puedes dejar de relacionar todas y cada una de las acciones humanas con las estadísticas?, déjale algo a la imaginación, a la sensualidad, anda, divaga un poco…
-ah, ahora soy yo el rígido y el vertical, no, no, tú sabes que aquí, el ocioso soy yo y…
-ajá, allí quería llegar, ciertamente eres el señor del ocio, pero qué sacas de él…
-pero válgame Dios, por qué siempre hay que sacar algo!!!; los psiquiatras deberían investigar sobre un posible síndrome de la productividad compulsiva, de eso que llaman patrimonio, el legado para el futuro; y el presente eh, qué hay con eso?, la única oportunidad de ser feliz es la que te planteas aquí y ahora, es lo que tenemos y sólo por instantes, mientras se va convirtiendo en pasado, el futuro ya no será tuyo, sino de los depositarios de ese legado, y en cuanto a nuestros futuro concreto, ese sí que dependerá de lo que lo memoria haya seleccionado y guardado, el recuerdo del pasado, esa pulsión que nos protege de la intemperie a la que nos condena el presente que dejamos vaciar por completo….pero cómo llegué aquí, cómo me dejé llevar???
-por qué te pones así, no me exijas ni te exijas tanto corazón, todo lo que te he dicho lo saqué de google, qué más da, al fin y al cabo sólo trataba de establecer argumentos que nos refieran a otras dimensión del tema…y quien sabe…
-ajá, como siempre el mismo Jordi, queriendo llegar a un punto harto sensible y espinoso, y cuando lo ves cerca esperas que venga del otro. No soy yo el que no abre su mente, al contrario, soy muy abierto pero no me adhiero a ese discurso onanista y egoísta que entre saltos y sobresaltos deja interrumpido el verdadero interés del diálogo, eso sí es abrir la mente, buena falta que te hace buen hombre….ahora a dónde vas, regresa aquí que estoy a punto de….
Sebas no puedo terminar la frase, Jordi lo miró como quien escucha una explicación de un proctólogo y salió del salón. Con gesto de conformidad, llevó la bandeja con los dos t-bone a la nevera, alcanzó su copa y se sentó en el pequeño jardín a esperar que Jordi diera su vuelta terapéutica, mientras descubría las bondades aromáticas y el regusto del tempranillo que había descorchado para la cena de despedida.
Jordi estaba cansado de si mismo. Durante años pensó que el agotamiento venía del encierro voluntario al que se había sometido en esa pequeña ciudad en la que se había refugiado desde que abandonara su país; algo imperceptible le ahogaba, le cercaba, le restaba libertad. Con las manos hundidas en los grandes bolsillos de su cómodo jordan de algodón, por enésima vez se detuvo a contemplar la costa del Garraf, tranquilo paisaje mediterráneo del Bajo Llobregat. Llenó sus pulmones de esa brisa antigua y nueva al mismo tiempo que lo transporta a su Olivella, primer destino elegido cuando decide dejar su pueblo natal. Ya no tenía memoria de cuándo se había establecido en Sitges, seguro que después de recibirse de arquitecto en la capital, pero no guarda registros de esos primeros días, muy probablemente los borró con la intensidad que otorga el deseo de mudar de piel, cuando decidimos cambiar el presente atiborrado pasados inútiles y estorbosos, por un futuro incierto pero sin amenazas.

Decidió bajar a la playa, el aire otoñal lo reanima y es en ese momento cuando se da cuenta que no llevaba campera, subió el cierre de la camiseta y ajustó el volumen de su inseparable mp4 con canciones de Leonard Cohen, que sigue escuchando por pura costumbre, una de las poquísimas pertenencias que metió en su maleta el día que partió de casa de su madre. Pensó en el carácter de Sebas, tan diferente al suyo, libre, abierto, espontáneo; cómo era que seguían juntos!!!, sería eso amor verdadero?, una fundición de sentimiento, una devoción profunda debatiéndose entre emular al otro o conformarse con contemplarlo con una admiración que rozaba la más pura y sana envidia. Pero no, el ahogo, la ansiedad proviene del secreto, sí, ese secreto que lo acribilla, lo atraviesa, que lo arrincona y expone a la vez, ese estado pendular que lo mantiene entre querer hablar y no atreverse…aunque el lugar común y fácil le repugna en todas sus manifestaciones. No evitó que la frase atravesara su pensamiento: salió del closet ya viejo…pensó en su madre, en su hermana, se imaginaba sus caras de sorpresa y estupor….un suspiro hondo y un estremecimiento harto conocido lo paralizó mirando el cielo tan limpio en el cenit, que podía dibujar una línea imaginaria entre el azul intenso que caía recto y vertical sobre su cabeza, y el nadir que intuía glauco y brillante, del que lo separaba una inmensidad tan inescrutable como su destino, como el sin sentido que lo rodea, que lo asedia y lo oprime exponiéndolo a sus propias emergencias. El síndrome de la intimidad asediada…

Entonces vino lo inevitable. Una vez más volvió a su infancia, a su refugio al que durante muchos años consideró seguro y sereno, pero que hoy le produce escalofrío. Una vez más indaga y se indaga, cómo es que dejamos pasar la vida sin verla, sin sentirla, sin reconocerla. Se la entregamos a nuestros padres, se la ofrendamos como el premio que se merecen por sus afanes y entregas, nos despojamos de ella con tanta naturalidad sin preguntas ni dudas. Una vez más ondeando entre el olvido y el perdón, dos fuerzas y dos debilidades, una que nos lanza a un país extraño y el otro nos da la ilusoria creencia de que estamos curados.







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